La prohibición de pensar
Por Enrique Eskenazi, en el curso Nietzsche: Psicología & Nihilismo. Enero del 2011. Transcripción de Sergi Ferré Balagué.
Tienen que ser capaces de aceptar la negación en el pensamiento, pues lo único que lo mueve es que uno tenga una tesis y descubra que esta se puede negar, lo cual le permitirá ir más allá. Pero si el echo de mostrarte que una afirmación está equivocada se va a vivir como un ataque personal mal estamos. Esto pasa mucho, la gente se siente herida sencillamente porque se les muestra que lo que están afirmando es un error. Entonces, si cuando ustedes van a matemáticas dicen 2+2=5, y el profesor les refuta que no, que es 4, y se sienten heridos, insultados, y que no se les está queriendo, pues no pueden estudiar con esta actitud. Porque si cuando se les dice no, por tal y por cual, se lo van a tomar como una agresión, pues no se está a la altura del pensamiento. Esto pasa cuando uno se aferra dogmáticamente a una convicción y la vive como si fuera su propia piel. No se puede estar para la filosofía si uno está negado a toda discusión, pues el pensamiento se mueve. Quien vea en la crítica a una idea un insulto personal está condicionado internamente con una prohibición de pensar, que es algo personal que no tiene nada que ver con lo que pasa ahí afuera. Entonces, si en cualquier ocasión, el hecho de discutir una idea y mostrarte que tiene límites duele, lo primero que debes hacer es analizar que me pasa que me está doliendo personalmente, pero no volverse contra el tema ni contra quien refuta esta idea. Nunca bajar al plano del ego, ¡ya viven demasiado en ese plano!.
Hay que ser digno y estar abierto a esta experiencia maravillosa que es pensar, en cambio no sólo no se practica sino que se denigra sistemáticamente. Es cierto que hemos llegado al mundo donde los últimos hombres(1) lo saben todo y tienen todas las respuestas, en el que no cabe ninguna idea ni ninguna duda, porque no quieren ver más, ya están conformes. Esta es la advertencia que Nietzsche hace sobre el predominio del nihilismo, que si no se tiene columna vertebral para enfrentarlo termina produciendo esta especie de pulgón (que es el último hombre), blando, adaptable a cualquier cosa porque en el fondo es incapaz de decir un sí, un no, de seguir una línea recta, está carente de gravedad, se coloca en todas las posiciones porque es incapaz de sustentar ninguna. Dicho de otra manera: Le resbala todo. ¡Hasta sí mismo le resbala! Es una absoluta ausencia disfrazada de presencia, como se ve cotidianamente en la tele por ejemplo. La gente se están volviendo personajes televisivos. Se colocan medallitas, una al lado de otra, de manera contradictoria, pero no hay nada detrás de estas medallas que hable de un compromiso serio. Incluso la palabra compromiso ha perdido sentido. Hoy significa que cinco minutos me coloco en esta posición y cinco minutos después la niego, porque en realidad no hay nadie ahí, es algo insustancial.
Esta advertencia de Nietzsche hoy en día se ha vuelto una realidad. Claro que es doloroso afrontar eso, porque el único camino de la verdad es la negación de las queridas expectativas y la destrucción de toda fantasía, porque a partir del no a la fantasía, si se afronta, este "no" ya es un camino hacía la verdad. El camino es la negación(2), y no se puede no pasar por ahí.
El sentido común que no quiere negación, por eso es blando, por eso acopla cualquier cosa. La conciencia usual quiere continuidad, conformidad, pero el pensamiento refinado no es la conciencia corriente. Al contrario, tiene que destruir la conciencia banal de cada día para estar a la altura de la verdad. Lo más cómodo no es lo más verdadero. El sentido común sólo está a la altura de la comodidad, de la facilidad, del instalamiento en lo confortable, del pasárselo bien, de que se confirme lo que uno piensa, y esto no tiene absolutamente nada que ver con la verdad, porque no hay capacidad de autocrítica ni de penetración. Se empieza a pensar cuando el sentido común se ve negado, no negadas las personas que lo expresan, sino las opiniones del sentido común. Pensar no es opinar. Una opinión se puede tener como se tiene un jersey. Tengo miles de opiniones, tengo miles de juicios recibidos, hoy saco este y mañana saco el otro, pero esto no es pensar. Pensar es una actividad no un tener. Pensar es algo que se hace no algo que se tiene. No se tienen pensamientos, se tienen imágenes, se tienen prejuicios, se tienen falsos conceptos, opiniones, todo esto lo puedes tener, pero algo que tienes no es algo que haces. El pensamiento se genera, sólo vive cuando se lo está haciendo. Como el arte, sólo vive cuando se está participando en él, cuando se deja de participar sólo quedan telas y manchas de tinta en una hoja. Sólo aparece el arte cuando hay un compromiso y se lo está recreando. El arte es actividad, no la suma de objetos. ¿Cuándo vive el arte? Cuando tú vives para ello, cuando en ti vive, entonces aparece, y si no duerme como objetos.
El pensamiento vive pero nosotros estamos muertos para el pensamiento. Lo que la gente corriente llama pensar, la acumulación de datos, no tiene nada que ver con pensar. Entonces se van a asombrar de descubrir que acaso no han pensado en su puta vida, que jamás se han elevado a la capacidad crítica de ir más allá y emprender el camino del porqué, que es lo que Giegerich(3) llama estar en lo abierto. Decir que el ser humano se caracteriza por el pensamiento no quiere decir que se caracteriza por dar opiniones, sino por la posibilidad de una actividad que muchos no han ejercido en su vida, lo que no quiere decir que no tengan la posibilidad, pero la posibilidad no es lo que cambia el mundo, sino el acto, la actividad en este sentido. El alma piensa siempre, somos nosotros los que estamos desconectados.
El pensamiento, cuando es pensar, no cuando es repetición de fórmulas y opiniones, no necesita ser complementado con nada. Las estupideces de que el pensamiento se tiene que complementar con el sentimiento o con las relaciones personales es un insulto al pensamiento. Quien ha penetrado dentro del pensamiento sabe que este tiene dentro de sí todo lo que necesita. Pedirle al pensamiento que se apoye en algo que el pensamiento no es, es negar su validez, porque pensar es una actividad que se funda en sí misma y no en nada exterior. Pero hoy es muy común decir: "piensa sí, pero no siente..." ¡Qué absurdo! Además esto también es un insulto al sentimiento, porque es pensar que el sentimiento no tiene dentro de sí todo lo que necesita sino que deja algo fuera que sólo lo puede captar el pensamiento. (...)
Dicho esto parece ser que uno se presenta en el plano del ego como un personaje duro que va con un látigo. "¡Mira, cómo es Enrique!" No miran si lo que ha dicho es verdad, sino que "mira como es... él", y de Enrique no saben nada. Todas las fantasías que construyan es a partir de los propios sentimientos de rechazo. En vez de pensar si lo que se ha dicho es verdad o no, se baja a lo personal, y cada vez que se baja a lo personal es un acto de no dar la talla, es sencillamente no poder estar ahí, no es tener razón sino todo lo contrario, es un haber desfallecido y muerto para el pensamiento. Por eso hemos caído en temas de "¡mira cómo es!", "¡me hace esto!", "¡me dice aquello!"... Incluso cuando entre ustedes hay opiniones encontradas muchas veces es que se lo han tomado a lo personal. No importa que este dijera tal cosa, quién lo dijo importa un pepino, lo importante es lo que dice. Esto pasa diariamente y es penoso, porque muestra en que mundo tan banal está instalada la conciencia cotidiana, por eso ningún filosofo ni pensador acepta el pensamiento del sentido común.
Hoy vi en facebook alguien que ponía como maravilloso que tal filosofo moderno recién salido de la facultad lleve el pensamiento a discusión en la plaza pública. Claro, esto al sentido común le parece fantástico. Pero ¿qué ocurriría si un neurocirujano llevara la neurocirugía a discusión en la plaza pública? ¿qué pensarían? Que si la gente no sabe nada de neurocirugía lo que piense la gente no cuenta ¿verdad?. Claro, para entrar en la neurocirugía hay que pagar la entrada, hay que saber. Pero resulta que de filosofía todo el mundo supone que ya sabe, y no, hay que pagar la entrada como en todo. No es tema para masas, no es tema popular, al contrario, es un tema que requiere el máximo refinamiento en el pensar. Pero todo el mundo cree que puede opinar. Lo que pasa es que tenemos, no sé porqué, respeto por las disciplinas científicas, pero no tenemos respeto por el pensamiento, lo que muestra el prejuicio anti-pensamiento que impera en esta época, en la que creemos que vivimos muy bien y libres de prejuicios, donde conectar con el cuerpo es lo que importa... Como si conectar con el cuerpo no fuera literalizar un montón de ideas que uno tiene sobre eso que se llama cuerpo, que es un concepto muy mal definido. No es que conectar con el cuerpo esté mal, primero habría que definir: ¿qué se entiende por conectar con el cuerpo? ¡Vete a saber tú! porque cada cual pone ahí su sentimiento. Pero cuando llega el momento de explicarlo hay que pensar, no se puede no pensar. Lo que pasa es que ese no pensar común es pensar en tu implícito. O sea, está pensando algo en ustedes, pero de manera tan implícita que uno está poseído por ese pensamiento que no ha llegado a explicitarse, y que entonces aparece en forma de compulsión de actuar(4), en forma de hacer cosas que uno no sabe porqué las hace. Cuando hablo de pensar, de la filosofía como un estilo de pensamiento, hablo de hacer explícito, de sacar a la luz, de someter a la palestra y refinar eso que implícitamente es compulsión. Eso que no pensamos se vuelve sentir, querer, hacer... que son maneras de tener que actuar un pensamiento que permanece inconsciente.
Esto es para que vean que lo que hacemos aquí no es distraernos contemplando una visión más que meter en un libro o en una botellita, y decir que aquí tenemos la visión de Hegel y en el otro frasquito la visión de Nietzsche. No, no estamos viendo películas, estamos dando ocasión a esa actividad, que no es contemplar un cuadro sino entrar en el compromiso intelectual llamado pensar. Y cada cual hará lo que pueda y se comprometerá en la medida que se lo permita lo que hay en él.
Notas del transcriptor:
(1) Alude a la obra Así habló Zaratrusta de Friedrich Nietzsche. "¡Danos ese último hombre, oh, Zaratustra, gritaban, haz de nosotros esos últimos hombres! ¡El superhombre te lo regalamos!".
(2) Basado en la filosofía de G.W.F. Hegel.
(3) Wolfgang Giegerich, psicólogo analítico cuya obra ha sido considerada por David L. Miller como pensamiento junguiano de tercera ola.
(4) En psicoanálisis se le llama Acting Out.
Tienen que ser capaces de aceptar la negación en el pensamiento, pues lo único que lo mueve es que uno tenga una tesis y descubra que esta se puede negar, lo cual le permitirá ir más allá. Pero si el echo de mostrarte que una afirmación está equivocada se va a vivir como un ataque personal mal estamos. Esto pasa mucho, la gente se siente herida sencillamente porque se les muestra que lo que están afirmando es un error. Entonces, si cuando ustedes van a matemáticas dicen 2+2=5, y el profesor les refuta que no, que es 4, y se sienten heridos, insultados, y que no se les está queriendo, pues no pueden estudiar con esta actitud. Porque si cuando se les dice no, por tal y por cual, se lo van a tomar como una agresión, pues no se está a la altura del pensamiento. Esto pasa cuando uno se aferra dogmáticamente a una convicción y la vive como si fuera su propia piel. No se puede estar para la filosofía si uno está negado a toda discusión, pues el pensamiento se mueve. Quien vea en la crítica a una idea un insulto personal está condicionado internamente con una prohibición de pensar, que es algo personal que no tiene nada que ver con lo que pasa ahí afuera. Entonces, si en cualquier ocasión, el hecho de discutir una idea y mostrarte que tiene límites duele, lo primero que debes hacer es analizar que me pasa que me está doliendo personalmente, pero no volverse contra el tema ni contra quien refuta esta idea. Nunca bajar al plano del ego, ¡ya viven demasiado en ese plano!.
El privilegio de pensar, una postal de Fangoria (2000), basada en el libro La Tercera Ola |
Hay que ser digno y estar abierto a esta experiencia maravillosa que es pensar, en cambio no sólo no se practica sino que se denigra sistemáticamente. Es cierto que hemos llegado al mundo donde los últimos hombres(1) lo saben todo y tienen todas las respuestas, en el que no cabe ninguna idea ni ninguna duda, porque no quieren ver más, ya están conformes. Esta es la advertencia que Nietzsche hace sobre el predominio del nihilismo, que si no se tiene columna vertebral para enfrentarlo termina produciendo esta especie de pulgón (que es el último hombre), blando, adaptable a cualquier cosa porque en el fondo es incapaz de decir un sí, un no, de seguir una línea recta, está carente de gravedad, se coloca en todas las posiciones porque es incapaz de sustentar ninguna. Dicho de otra manera: Le resbala todo. ¡Hasta sí mismo le resbala! Es una absoluta ausencia disfrazada de presencia, como se ve cotidianamente en la tele por ejemplo. La gente se están volviendo personajes televisivos. Se colocan medallitas, una al lado de otra, de manera contradictoria, pero no hay nada detrás de estas medallas que hable de un compromiso serio. Incluso la palabra compromiso ha perdido sentido. Hoy significa que cinco minutos me coloco en esta posición y cinco minutos después la niego, porque en realidad no hay nadie ahí, es algo insustancial.
Friedrich Nietzsche (1844-1900) |
El sentido común que no quiere negación, por eso es blando, por eso acopla cualquier cosa. La conciencia usual quiere continuidad, conformidad, pero el pensamiento refinado no es la conciencia corriente. Al contrario, tiene que destruir la conciencia banal de cada día para estar a la altura de la verdad. Lo más cómodo no es lo más verdadero. El sentido común sólo está a la altura de la comodidad, de la facilidad, del instalamiento en lo confortable, del pasárselo bien, de que se confirme lo que uno piensa, y esto no tiene absolutamente nada que ver con la verdad, porque no hay capacidad de autocrítica ni de penetración. Se empieza a pensar cuando el sentido común se ve negado, no negadas las personas que lo expresan, sino las opiniones del sentido común. Pensar no es opinar. Una opinión se puede tener como se tiene un jersey. Tengo miles de opiniones, tengo miles de juicios recibidos, hoy saco este y mañana saco el otro, pero esto no es pensar. Pensar es una actividad no un tener. Pensar es algo que se hace no algo que se tiene. No se tienen pensamientos, se tienen imágenes, se tienen prejuicios, se tienen falsos conceptos, opiniones, todo esto lo puedes tener, pero algo que tienes no es algo que haces. El pensamiento se genera, sólo vive cuando se lo está haciendo. Como el arte, sólo vive cuando se está participando en él, cuando se deja de participar sólo quedan telas y manchas de tinta en una hoja. Sólo aparece el arte cuando hay un compromiso y se lo está recreando. El arte es actividad, no la suma de objetos. ¿Cuándo vive el arte? Cuando tú vives para ello, cuando en ti vive, entonces aparece, y si no duerme como objetos.
El pensamiento vive pero nosotros estamos muertos para el pensamiento. Lo que la gente corriente llama pensar, la acumulación de datos, no tiene nada que ver con pensar. Entonces se van a asombrar de descubrir que acaso no han pensado en su puta vida, que jamás se han elevado a la capacidad crítica de ir más allá y emprender el camino del porqué, que es lo que Giegerich(3) llama estar en lo abierto. Decir que el ser humano se caracteriza por el pensamiento no quiere decir que se caracteriza por dar opiniones, sino por la posibilidad de una actividad que muchos no han ejercido en su vida, lo que no quiere decir que no tengan la posibilidad, pero la posibilidad no es lo que cambia el mundo, sino el acto, la actividad en este sentido. El alma piensa siempre, somos nosotros los que estamos desconectados.
El pensamiento, cuando es pensar, no cuando es repetición de fórmulas y opiniones, no necesita ser complementado con nada. Las estupideces de que el pensamiento se tiene que complementar con el sentimiento o con las relaciones personales es un insulto al pensamiento. Quien ha penetrado dentro del pensamiento sabe que este tiene dentro de sí todo lo que necesita. Pedirle al pensamiento que se apoye en algo que el pensamiento no es, es negar su validez, porque pensar es una actividad que se funda en sí misma y no en nada exterior. Pero hoy es muy común decir: "piensa sí, pero no siente..." ¡Qué absurdo! Además esto también es un insulto al sentimiento, porque es pensar que el sentimiento no tiene dentro de sí todo lo que necesita sino que deja algo fuera que sólo lo puede captar el pensamiento. (...)
Dicho esto parece ser que uno se presenta en el plano del ego como un personaje duro que va con un látigo. "¡Mira, cómo es Enrique!" No miran si lo que ha dicho es verdad, sino que "mira como es... él", y de Enrique no saben nada. Todas las fantasías que construyan es a partir de los propios sentimientos de rechazo. En vez de pensar si lo que se ha dicho es verdad o no, se baja a lo personal, y cada vez que se baja a lo personal es un acto de no dar la talla, es sencillamente no poder estar ahí, no es tener razón sino todo lo contrario, es un haber desfallecido y muerto para el pensamiento. Por eso hemos caído en temas de "¡mira cómo es!", "¡me hace esto!", "¡me dice aquello!"... Incluso cuando entre ustedes hay opiniones encontradas muchas veces es que se lo han tomado a lo personal. No importa que este dijera tal cosa, quién lo dijo importa un pepino, lo importante es lo que dice. Esto pasa diariamente y es penoso, porque muestra en que mundo tan banal está instalada la conciencia cotidiana, por eso ningún filosofo ni pensador acepta el pensamiento del sentido común.
Hoy vi en facebook alguien que ponía como maravilloso que tal filosofo moderno recién salido de la facultad lleve el pensamiento a discusión en la plaza pública. Claro, esto al sentido común le parece fantástico. Pero ¿qué ocurriría si un neurocirujano llevara la neurocirugía a discusión en la plaza pública? ¿qué pensarían? Que si la gente no sabe nada de neurocirugía lo que piense la gente no cuenta ¿verdad?. Claro, para entrar en la neurocirugía hay que pagar la entrada, hay que saber. Pero resulta que de filosofía todo el mundo supone que ya sabe, y no, hay que pagar la entrada como en todo. No es tema para masas, no es tema popular, al contrario, es un tema que requiere el máximo refinamiento en el pensar. Pero todo el mundo cree que puede opinar. Lo que pasa es que tenemos, no sé porqué, respeto por las disciplinas científicas, pero no tenemos respeto por el pensamiento, lo que muestra el prejuicio anti-pensamiento que impera en esta época, en la que creemos que vivimos muy bien y libres de prejuicios, donde conectar con el cuerpo es lo que importa... Como si conectar con el cuerpo no fuera literalizar un montón de ideas que uno tiene sobre eso que se llama cuerpo, que es un concepto muy mal definido. No es que conectar con el cuerpo esté mal, primero habría que definir: ¿qué se entiende por conectar con el cuerpo? ¡Vete a saber tú! porque cada cual pone ahí su sentimiento. Pero cuando llega el momento de explicarlo hay que pensar, no se puede no pensar. Lo que pasa es que ese no pensar común es pensar en tu implícito. O sea, está pensando algo en ustedes, pero de manera tan implícita que uno está poseído por ese pensamiento que no ha llegado a explicitarse, y que entonces aparece en forma de compulsión de actuar(4), en forma de hacer cosas que uno no sabe porqué las hace. Cuando hablo de pensar, de la filosofía como un estilo de pensamiento, hablo de hacer explícito, de sacar a la luz, de someter a la palestra y refinar eso que implícitamente es compulsión. Eso que no pensamos se vuelve sentir, querer, hacer... que son maneras de tener que actuar un pensamiento que permanece inconsciente.
Esto es para que vean que lo que hacemos aquí no es distraernos contemplando una visión más que meter en un libro o en una botellita, y decir que aquí tenemos la visión de Hegel y en el otro frasquito la visión de Nietzsche. No, no estamos viendo películas, estamos dando ocasión a esa actividad, que no es contemplar un cuadro sino entrar en el compromiso intelectual llamado pensar. Y cada cual hará lo que pueda y se comprometerá en la medida que se lo permita lo que hay en él.
Notas del transcriptor:
(1) Alude a la obra Así habló Zaratrusta de Friedrich Nietzsche. "¡Danos ese último hombre, oh, Zaratustra, gritaban, haz de nosotros esos últimos hombres! ¡El superhombre te lo regalamos!".
(2) Basado en la filosofía de G.W.F. Hegel.
(3) Wolfgang Giegerich, psicólogo analítico cuya obra ha sido considerada por David L. Miller como pensamiento junguiano de tercera ola.
(4) En psicoanálisis se le llama Acting Out.