Ruptura con papá. Adiós al sufrimiento del amor idealizado.
Un testimonio de Sergi Ferré Balagué sobre las consecuencias del abandono y maltratos en la infancia. Se recomienda leer previamente el artículo "Cómo salir de la trampa" de Alice Miller.
Hola papa.
¿Dónde estabas cuando te necesitaba desesperadamente? El hecho de que nunca me miraras, ni tan sólo cuando era un bebé, me ha roto el corazón, me ha partido la vida y me ha abocado a relaciones sentimentales que me han hecho agonizar de dolor.
Me abandonaste en las manos de tu esposa neurótica que me utilizaba para chantajearte y descargaba en mí toda su frustración. Mientras, tú mirabas hacia otro lado, buscabas huir, escaquearte del cuadro familiar y entre otras cosas de mí. ¿Por qué me tuviste entonces? Si supieras las veces que he deseado no haber nacido, que incluso he cerrado los ojos esperando desaparecer.
Hace unos años grabé el vídeo de un tema(2) que compuse donde el estribillo de la canción pregunta: "¿Quién soy yo como para parecerme a nada ni a nadie? ¡¡Quién podría ser!!". Esta frase, de extraña composición, me hacía sentir muy desamparado, porque yo hubiera querido meterme en la piel del hijo que te hiciera sentir orgulloso, pero mi naturaleza era otra y no tenía ningún derecho a traicionar mi personalidad que justo entonces se estaba formando.
O sea, quién soy yo, como auto-imagen, para interpretar un papel que no me corresponde, con el que pretendo gustar al otro, o sea a ti, pasando por encima de quien soy en verdad y mostrándome como "quién debería ser". Esa imagen desesperadamente sexual con la que me muestro, reclamando tu atención, como queriendo decir: "yo sí voy a triunfar donde mi madre fracasó, yo sí me someteré a tus deseos y seré todo lo puta que quieras, así conseguiré que te quedes en casa conmigo". Durante muchos años me he sentido culpable de alejarte con mis excentricidades, mis fantasías y deseos, de no ser apropiado para ti. Hoy por fin soy consciente de que no soy la razón ni el culpable de tu distanciamiento.
Rehusabas de mí porque me considerabas el hijo de tu esposa y siempre las mujeres de tu vida han sido arpías, así que de alguna manera me habías aborrecido porque me creías "contaminado" de esa feminidad castradora.
Curiosamente los cuidados que yo esperaba de ti los abocaste en tus perros de caza, que en cierta manera los consideras más propios que a tus hijos. La caza era la afición que te permitía escapar de casa (de mi madre, de mí...) y siempre fuente de acaloradas discusiones. Por eso para el final del vídeo me desnudé y entré a la jaula con tus animales. Me preguntaba como reaccionarías si un día, cuando fueras a limpiarles las jaulas y prepararles la cena, a cuidarlos cómo nunca hiciste conmigo, me encontraras allá dentro, y si entonces me pasarías la mano por la nuca y por fin me considerarías tuyo.
Pero ahora creo que tampoco tus perros tienen tanta suerte, porque tal como haces siempre con los seres que dependen de ti, cuando dejan de serte útiles pierden todo valor ante tus ojos. Nunca has tenido a un animal por compañía, únicamente lo has mantenido en la medida que te han hecho sentir orgulloso pues conseguías así obtener muchas presas (trofeos), eras muy hombre. En este sentido siempre tuviste una evidente preferencia hacia los avispados de mis primos o vecinos, que sí tenían intereses normales (los tuyas), pero nunca hacia ese niño blando, tímido, sumergido en sus libros, siempre pensativo, al que le hubiera gustado resucitar a los pajaritos que traías colgando de la cintura para hacerse su amigo. Ahora siento tremendos celos y mucha rivalidad hacia todos los "niños de papá" con los que me acabo liando, inconscientemente compito con ellos, para ver si así te demuestro de una vez por todas que soy tan bueno o incluso mejor que ellos. Pero nunca lo consigo, pues la idea de como "debería ser" ya representa una falta de respeto hacia la verdad de "quien soy". Así que el descrédito es mi compañero fiel en esta ruleta de la fortuna en la que hoy soy lo más y mañana una mierda, y lo único constante es la ansiedad que sólo consigo aplacar con medicación.
Padre, te he estado buscando incansablemente de cama en cama, de hombre en hombre, a través de personas emocionalmente inaccesibles que no han sabido comprenderme ni quererme, que ni tanto sólo me han llegado a conocer nunca. Hombres a los cuales me he ofrecido como una buena presa, alguien atractivo y abnegado que poder lucir ante la familia y los amigos. Pero finalmente, sin excepción, me he encontrado siempre con el mito del rechazo, del abandono, y he rabiado, rabiado de dolor por chicos que no se lo merecían, pero que me servían de puente para conectar de nuevo con el gran desamor de mi vida: Tú.
¿Cómo digiero que la persona que más me hubiera tenido que querer y proteger renegó de mí y me abandonó? ¿Cómo me lo como? ¿Cómo rehago ahora mi confianza en el amor?
Creo que para empezar, aunque duela, tengo que poder ser sincero conmigo mismo y reconocer lo que durante tanto tiempo he querido esconder bajo la mentira del falso consuelo, lo que me permitió subsistir mientras dependía de ti, que es idealizar, amar a lo que hubiera podido ser en vez de lo que en realidad es: Papa, tú no me quieres, pero lo que más daño me hace es que yo tampoco te quiero a ti. No te quiero. A pesar de esto sólo los dioses saben lo que he llegado a hacer para que esto no fuera así, que incluso he vendido mi cuerpo y mis sentimientos a cambio de promesas yermas.
Me hubiera gustado tanto quererte padre... Pero si no condeno ahora tu negligencia, para serte fiel la espiral de maltratos sería eterna en mi vida y mi corazón está ya demasiado apedazado como para soportar un desgarramiento más.
Aquí termina lo nuestro. Hoy soy yo quien te dice No. Quiero empezar a vivir.
Notas:
(1) El héroe del tarot es el hijo-suma de sus progenitores, pues 3 (La Emperatriz) más 4 (El Emperador) es igual a 7 (El Carro), aunque especialmente se refiere a la realización de los sueños paternos.
He hecho una asociación de esta carta en su posición invertida con la del héroe caído, con un brillo (el de sus máscaras y coraza) que se presume incuestionable, sin ser consciente de que cualquier postura que uno tome en la vida supone responsabilizarse de las implicaciones emocionales que lo sitúan de esta manera y no de otra, y que siempre van a mostrar la otra cara de la moneda (Lo cual se muestra en la siguiente carta, La Justicia, la número 8).
"(...) cuando una demostración de firmeza significa lo opuesto de ser firme internamente. La auto-imagen/ego es un yo falso creado por uno mismo debido a un falso coraje y a una actitud defensiva. Este yo ve el mundo de una forma limitada, orientada a sí mismo y frecuentemente preocupado de cómo lo perciben los demás (...) se refiere a urdir (de manera deshonesta) soluciones para hacer frente a los problemas" (Guía del I Ching, Carol K. Anthony, 1997).
Durante la infancia, a diferencia de otros animales, los humanos estamos muy indefensos al entorno y necesitamos no sólo que se nos quiera y proteja sino también que se respete nuestra integridad psíquica y emocional. Por desgracia es muy frecuente los abusos por parte de los padres o tutores (que posiblemente también fueron maltratados de pequeños) durante este período, en el que el niño manifiesta una dependencia total. Así pues como técnica de supervivencia el infante optará por reprimir sus sentimientos en favor de una imagen construida sobre lo feliz que transcurrió su infancia y lo amorosos que fueron sus padres. La auténtica historia queda encubierta entonces tras un brillo que ciega la dolorosa y humillante realidad que de esta manera permanece a oscuras. Aún así nuestro cuerpo sabe la verdad y es posible que desarrollemos síntomas como dependencia emocional o otras enfermedades que nos sirven de hilo de Ariadna hasta encontrar la salida del laberinto, ya que lo que en la infancia no tuvimos más remedio que aceptar, en la etapa adulta sí disponemos de opciones y es el momento de poder afrontarlo. Aún así la fidelidad a la imagen de unos padres amantes es a veces tan sagrada que llegamos incluso a negar la verdad de manera patológica hasta el extremo de la esquizofrenia.
"Si la hija maltratada ingresa esquizofrénica en una clínica y el psiquiatra la atiborra de medicamentos para que sepa todavía menos que hasta entonces, esa mujer jamás llegará a saber que fue básicamente el comportamiento de su padre lo que la llevó a la locura. Pues para salvar la imagen del padre, para poder ver algo bueno en su infancia, debe ignorar la verdad. Antes que eso, prefiere "perder" la razón." (El saber proscrito, Alice Miller, 1988)
(2) Para el lector, te puedes descargar gratuitamente la versión melódica de "¿Quién soy?" siguiendo este enlace al blog de mi grupo y haciendo clic donde te permite bajarte el disco, al final de la entrada.
(3) "La flor de mi secreto" es una película española escrita y dirigida por Pedro Almodóvar en 1995.
© Sergi Ferré, 2011.
El falso brillo de la auto-imagen/ego (1) |
Cuántos días baldíos
haciéndome pasar por el que soy.
Máscara sin memoria, líbrame
de parecerme a aquel que me suplanta.
Uno solo será mi semejante.
(José Manuel Caballero Bonald)
Disfraz, persona unitiva.
(Lezama Lima)
Hola papa.
¿Dónde estabas cuando te necesitaba desesperadamente? El hecho de que nunca me miraras, ni tan sólo cuando era un bebé, me ha roto el corazón, me ha partido la vida y me ha abocado a relaciones sentimentales que me han hecho agonizar de dolor.
Me abandonaste en las manos de tu esposa neurótica que me utilizaba para chantajearte y descargaba en mí toda su frustración. Mientras, tú mirabas hacia otro lado, buscabas huir, escaquearte del cuadro familiar y entre otras cosas de mí. ¿Por qué me tuviste entonces? Si supieras las veces que he deseado no haber nacido, que incluso he cerrado los ojos esperando desaparecer.
Hace unos años grabé el vídeo de un tema(2) que compuse donde el estribillo de la canción pregunta: "¿Quién soy yo como para parecerme a nada ni a nadie? ¡¡Quién podría ser!!". Esta frase, de extraña composición, me hacía sentir muy desamparado, porque yo hubiera querido meterme en la piel del hijo que te hiciera sentir orgulloso, pero mi naturaleza era otra y no tenía ningún derecho a traicionar mi personalidad que justo entonces se estaba formando.
O sea, quién soy yo, como auto-imagen, para interpretar un papel que no me corresponde, con el que pretendo gustar al otro, o sea a ti, pasando por encima de quien soy en verdad y mostrándome como "quién debería ser". Esa imagen desesperadamente sexual con la que me muestro, reclamando tu atención, como queriendo decir: "yo sí voy a triunfar donde mi madre fracasó, yo sí me someteré a tus deseos y seré todo lo puta que quieras, así conseguiré que te quedes en casa conmigo". Durante muchos años me he sentido culpable de alejarte con mis excentricidades, mis fantasías y deseos, de no ser apropiado para ti. Hoy por fin soy consciente de que no soy la razón ni el culpable de tu distanciamiento.
Rehusabas de mí porque me considerabas el hijo de tu esposa y siempre las mujeres de tu vida han sido arpías, así que de alguna manera me habías aborrecido porque me creías "contaminado" de esa feminidad castradora.
Curiosamente los cuidados que yo esperaba de ti los abocaste en tus perros de caza, que en cierta manera los consideras más propios que a tus hijos. La caza era la afición que te permitía escapar de casa (de mi madre, de mí...) y siempre fuente de acaloradas discusiones. Por eso para el final del vídeo me desnudé y entré a la jaula con tus animales. Me preguntaba como reaccionarías si un día, cuando fueras a limpiarles las jaulas y prepararles la cena, a cuidarlos cómo nunca hiciste conmigo, me encontraras allá dentro, y si entonces me pasarías la mano por la nuca y por fin me considerarías tuyo.
Pero ahora creo que tampoco tus perros tienen tanta suerte, porque tal como haces siempre con los seres que dependen de ti, cuando dejan de serte útiles pierden todo valor ante tus ojos. Nunca has tenido a un animal por compañía, únicamente lo has mantenido en la medida que te han hecho sentir orgulloso pues conseguías así obtener muchas presas (trofeos), eras muy hombre. En este sentido siempre tuviste una evidente preferencia hacia los avispados de mis primos o vecinos, que sí tenían intereses normales (los tuyas), pero nunca hacia ese niño blando, tímido, sumergido en sus libros, siempre pensativo, al que le hubiera gustado resucitar a los pajaritos que traías colgando de la cintura para hacerse su amigo. Ahora siento tremendos celos y mucha rivalidad hacia todos los "niños de papá" con los que me acabo liando, inconscientemente compito con ellos, para ver si así te demuestro de una vez por todas que soy tan bueno o incluso mejor que ellos. Pero nunca lo consigo, pues la idea de como "debería ser" ya representa una falta de respeto hacia la verdad de "quien soy". Así que el descrédito es mi compañero fiel en esta ruleta de la fortuna en la que hoy soy lo más y mañana una mierda, y lo único constante es la ansiedad que sólo consigo aplacar con medicación.
"La flor de mi secreto"(3), sobre la dependencia emocional. |
¿Cómo digiero que la persona que más me hubiera tenido que querer y proteger renegó de mí y me abandonó? ¿Cómo me lo como? ¿Cómo rehago ahora mi confianza en el amor?
Creo que para empezar, aunque duela, tengo que poder ser sincero conmigo mismo y reconocer lo que durante tanto tiempo he querido esconder bajo la mentira del falso consuelo, lo que me permitió subsistir mientras dependía de ti, que es idealizar, amar a lo que hubiera podido ser en vez de lo que en realidad es: Papa, tú no me quieres, pero lo que más daño me hace es que yo tampoco te quiero a ti. No te quiero. A pesar de esto sólo los dioses saben lo que he llegado a hacer para que esto no fuera así, que incluso he vendido mi cuerpo y mis sentimientos a cambio de promesas yermas.
Me hubiera gustado tanto quererte padre... Pero si no condeno ahora tu negligencia, para serte fiel la espiral de maltratos sería eterna en mi vida y mi corazón está ya demasiado apedazado como para soportar un desgarramiento más.
Aquí termina lo nuestro. Hoy soy yo quien te dice No. Quiero empezar a vivir.
Notas:
Abandonando la casa de los padres |
He hecho una asociación de esta carta en su posición invertida con la del héroe caído, con un brillo (el de sus máscaras y coraza) que se presume incuestionable, sin ser consciente de que cualquier postura que uno tome en la vida supone responsabilizarse de las implicaciones emocionales que lo sitúan de esta manera y no de otra, y que siempre van a mostrar la otra cara de la moneda (Lo cual se muestra en la siguiente carta, La Justicia, la número 8).
"(...) cuando una demostración de firmeza significa lo opuesto de ser firme internamente. La auto-imagen/ego es un yo falso creado por uno mismo debido a un falso coraje y a una actitud defensiva. Este yo ve el mundo de una forma limitada, orientada a sí mismo y frecuentemente preocupado de cómo lo perciben los demás (...) se refiere a urdir (de manera deshonesta) soluciones para hacer frente a los problemas" (Guía del I Ching, Carol K. Anthony, 1997).
Durante la infancia, a diferencia de otros animales, los humanos estamos muy indefensos al entorno y necesitamos no sólo que se nos quiera y proteja sino también que se respete nuestra integridad psíquica y emocional. Por desgracia es muy frecuente los abusos por parte de los padres o tutores (que posiblemente también fueron maltratados de pequeños) durante este período, en el que el niño manifiesta una dependencia total. Así pues como técnica de supervivencia el infante optará por reprimir sus sentimientos en favor de una imagen construida sobre lo feliz que transcurrió su infancia y lo amorosos que fueron sus padres. La auténtica historia queda encubierta entonces tras un brillo que ciega la dolorosa y humillante realidad que de esta manera permanece a oscuras. Aún así nuestro cuerpo sabe la verdad y es posible que desarrollemos síntomas como dependencia emocional o otras enfermedades que nos sirven de hilo de Ariadna hasta encontrar la salida del laberinto, ya que lo que en la infancia no tuvimos más remedio que aceptar, en la etapa adulta sí disponemos de opciones y es el momento de poder afrontarlo. Aún así la fidelidad a la imagen de unos padres amantes es a veces tan sagrada que llegamos incluso a negar la verdad de manera patológica hasta el extremo de la esquizofrenia.
"Si la hija maltratada ingresa esquizofrénica en una clínica y el psiquiatra la atiborra de medicamentos para que sepa todavía menos que hasta entonces, esa mujer jamás llegará a saber que fue básicamente el comportamiento de su padre lo que la llevó a la locura. Pues para salvar la imagen del padre, para poder ver algo bueno en su infancia, debe ignorar la verdad. Antes que eso, prefiere "perder" la razón." (El saber proscrito, Alice Miller, 1988)
(2) Para el lector, te puedes descargar gratuitamente la versión melódica de "¿Quién soy?" siguiendo este enlace al blog de mi grupo y haciendo clic donde te permite bajarte el disco, al final de la entrada.
(3) "La flor de mi secreto" es una película española escrita y dirigida por Pedro Almodóvar en 1995.
© Sergi Ferré, 2011.