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| "Señorita Fortuna" por Joy Goldking | 
Ayer, durante el coloquio tras la lectura, surgieron temas que tenían  que ver con cómo nos presentábamos como lectores, cómo leíamos, y cómo  esto tenia que ver con nosotros, como una imagen que también se podía  psicologizar. Josep me comentó que yo tenía intuiciones pero que me  faltaban palabras, argumentos, y es verdad, mi vocabulario se reduce  sorprendentemente. Quizás porque hay una regla en mi que me prohíbe  utilizar expresiones que no surjan de mi, que no sean de mi cosecha  propia, y entonces esto es lo único que hay disponible, un compromiso  con la originalidad que me impide acortar el camino, algo que a mi me  encantaría hacer, que tiendo a hacer, que hago mucho, porque intento  huir del  juicio sobre mi validez, del miedo a no dar la talla, a no ser  práctico, a no ser como mi 
padre,  útil, resolutivo, solvente, el chico maravillas. Entonces para mí lo  duro no es hablar y concretar sino no hablar, dejarme sentir y divagar.   Lo duro es sostener la tensión, el no saber, el caminar entre la niebla  espesa, y de repente encontrarme con algo, verlo, verlo pero no  entenderlo, pero verlo, seguir andando y encontrar otra cosa, acordarme  entonces de la anterior y relacionarlas, ahí hay algo, sí, pero no se me  a ocurrido a mí, no me puedo poner los laureles, porque podría no  haberlo encontrado nunca, no dependía de mí, por eso está la tensión,  por eso la ceguera de caminar entre la niebla, por eso el no ver, y eso  me hace sentir desacreditado, un tú no vales ya que deberías ver, ser  claro como una formula matemática, dar la respuesta. Por eso esa  obsesión mía por saberlo todo, por eso transcribí el curso entero del  
Enrique y cada palabra que se dice en el taller, como si fuera un precio  a pagar por no haber ido a la Universidad y haber estado durante todos  estos años montado en una montaña rusa emocional. Pero cuando leo parece  que todo lo que he estudiado se borra de mi mente, y entonces miro las  cartas y las veo como hojas en blanco que me dicen "tira una gotita de  sangre en cada una", y cuando lo hago la mancha adopta la forma de algo  vivido, sentido, pensado, y es cuando empiezo a hablar, y hablo de ello.  Lo que me llega a la conclusión de si no sería mejor que leyera los  posos del café en vez del 
Tarot. No sé si leo como si pintara, porque de  echo la pintura es algo muy mio pero muy desacreditado, como si fuera  cosa de manualidades para señoras mayores y excéntricas, y de alguna  manera esta parte creativa asoma la cabeza por donde la dejo, por donde  puedo presumir de intelecto y rigor académico, en el Tarot. Hay una  cuenta pendiente mía con el Arte, y pienso que al igual este es el  camino, no dedicarme enteramente a estudiar como si todo lo que hubiera  echo hasta ahora hubiese sido un error que debe ser remendado, sino  darle un sitio en mi vida, en mi trabajo, en lo que soy. Y la síntesis  perfecta entre imagen y palabra es para mi el cómic.
© Sergi Ferré Balagué, 2010.